Por qué el mercado del trigo se reactiva a ritmo lento

Por qué el mercado del trigo se reactiva a ritmo lento

Infocampo

Distintos actores admiten a Infocampo una mejoría, pero sostienen que el paquete de medidas del gobierno no alcanzan el impacto deseado para que se pague el precio lleno; la calidad, en el debate.

Cumplido un mes de gobierno de Mauricio Macri, el agro fue sin dudas uno de los sectores que más transformaciones tuvo. La quita de retenciones -menos la soja que se redujo en un cinco por ciento-, el ajuste en el tipo de cambio (con la consecuente devaluación de la moneda) y el final anunciado del sistema de ROE’s buscaron ser un shock que reactivara la actividad y así obtener divisas.

El trigo era uno de los que necesitaba un pronto rescate. Distintos miembros de la cadena y funcionarios coinciden en que el paquete de medidas implementadas resucitaron al mercado. Sin embargo, hubo ya algunas organizaciones que alzaron la voz y advierten que no están teniendo el efecto deseado. Especialmente, por parte del eslabón más débil: los productores.

La quita del 23% de retención al cereal por derechos de exportación fue celebrada por los distintos actores de la cadena. Para Adriano Mandolesi, economista y analista de mercados granarios, no repercutió del todo en el mercado porque los productores “internalizaron esta posibilidad desde el inicio de la siembra a mitad de año”.

Los resultados se ven en el principal indicador, el precio. “Seis meses atrás la tonelada valía 1.000 pesos. Hoy, sin ROE’s ni retenciones y sin diferencias de tipo de cambio arbitrario, el precio ‘malo’ sería de $1.800 y el ‘bueno’, es decir, de buena calidad, unos $2.700”, sostiene Matías Ferreccio, vicepresidente de la Asociación Argentina de Trigo (Argentrigo).

Claro, el mínimo está lejos de los $2.200 por tonelada del FAS teórico del Ministerio de Agroindustria. La brecha de precios, afirman, se debe a la mala calidad del trigo originada ante la falta de fertilización. Resultado: bajo nivel proteico, escaso gluten y alta variabilidad de peso hectolítrico.

A esto se le agrega una caída sensible en la superficie de siembra en los últimos años. La Bolsa de Comercio de Rosario calculó unas 3,4 millones de hectáreas implantadas, un millón menos que en la campaña anterior. Muchos productores pasaron de ver al trigo como una oportunidad de negocio a que sea cobertura.

Mandolesi cree que “hay que diferenciar la foto de la película”. Que más allá de la caída en la producción y la calidad, se da una escenario “de fuerte recuperación” desde mitad de 2015 que da optimismo para las próximas siembras.

No obstante advierte que los precios “se mantienen por debajo de las expectativas del mercado disponible y los productores no encuentran estímulos para comercializar la producción con los valores actuales cercanos a los $1.650/1.700 condición cámara, y expectativas en torno de los $2.100 por tonelada. Por cierto, el FAS teórico ronda los $2.200 para el trigo pan y $2.070 para el cereal con baja proteína”.

Ferreccio cree que se debió apostar a menos kilos y mejor calidad: “En zonas de alta producción te da 5.000 kilos, que vendiéndolos a $1.800 son $9.000. Mientras que en las de buena calidad sacás $3.800, que vendiéndolos a lo que vale, es decir unos $2.700, la cuenta da $10.640. Casi $2.000 pesos de diferencia, o sea un 20% del ingreso, además que normalmente cuando se hace con un molino tiene menos gastos de flete porque está más cerca”.

Desde Agroindustria admiten que la mala calidad del trigo es un problema de larga data y que buscarán encontrarle una solución. “Vamos a proponer al ministro lanzar un programa de calidad de trigo. Hay que sentarse a conversar con todos los integrantes de la cadena para ver qué hacemos con el tema de la calidad del trigo. Obviamente la dispersión de precios se debe a una gran diversidad del contenido de proteína del trigo”, advirtió Jesús Silveyra, subsecretario de Mercados Agropecuarios.

Marcan la cancha

La expectativa era un sentimiento compartido entre los distintos actores del agro, aunque en los últimos días llegaron los primeros llamados de atención de algunas entidades del agro para la cartera que conduce Ricardo Buryaile.

Fue la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa quien observó “con profunda preocupación” las distorsiones de precios en los mercados del trigo y girasol, pese al paquete de medidas económicas implementadas por el gobierno nacional.

“Preocupa a esta entidad la persistente transferencia de recursos del productor triguero a otros eslabones de la cadena, tal como ha ocurrido en los últimos años”, advirtió Carbap, que estimaba que se le estaba pagando hasta 50 dólares menos del precio lleno de trigo que le corresponde.

Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) también hizo público su descontento. En lenguaje criollo, “le marcó la cancha” a Buryaile y compañía acerca de declaraciones de algunos funcionarios que hablaban de “la necesidad de concentrar la demanda” (aclarado y desmentido por el Minagro). Y cuestionó que se restrinja la exportación limitando el plazo a solo 45 días para declarar las exportaciones de trigo. Algo que, según CRA, busca proteger a la molinería.

Su presidente, Dardo Chiesa, justificó ante Infocampo el comunicado: “Nosotros defendemos productores y los queremos poner en alerta que tienen más poder de negociación”. Observa que hay una distorsión de precios, aunque no señala un único responsable, sino que “son todos juntos porque el precio se forma de la conjugación de la exportación y de la molinería. Es un conjunto de actores que ofertan un precio y ese es el que se toma en el mercado. Hay que trabajar en eso”.

En la primera conferencia de prensa que dio en el 2016, el gabinete de Agroindustria reconoció que el mercado no se está regularizando con la rapidez que quisieran, aunque descartó hacer alguna intervención en el mercado.

“Esperamos que este proceso se normalice. Los que peinamos más canas hemos tenido mercados funcionando libremente y en algún momento tendremos sobreprecios también. Estamos en un momento donde los stocks que se venían acumulando se le suma el momento de cosecha. Se va a ir acomodando.  Estamos saliendo de una situación de anormalidad”, dijo Guillermo Bernaudo, jefe de gabinete.

Chiesa coincide con los argumentos esgrimidos en general. Observa un mercado sobreabastecido y descarta la intervención del mercado como salida: “No pido que haya intervención, sino transparencia en las operaciones. El precio internacional es bueno como para que los productores siembren, cosechen y tenga un tipo de renta. Si tengo un precio que considero bajo y reclamo, uno me dice que es por un tema de calidad y el otro por la liquidación de las divisas. Que yo sepa, los molinos no liquidan divisas y son los que más bajo están pagando”.

La herencia es uno de los motivos que esgrimen desde el oficialismo. Se habla de un carryover de al menos tres millones y medio de toneladas, sumado a una cosecha estimada de 10,9 millones de toneladas.

“El remanente genera que aumente la oferta, dado que hay unos 10 millones de producción. La molinería puede tomar seis, con lo cual la exportación va a tener que tomar 6,5 más medio de granos. Va a haber que exportar lo mismo que mueve el mercado interno. Un tema es que también la demanda de harina en estos meses es menor, entonces en dos o tres meses se va a juntar una mayor demanda interna, con un funcionamiento más fluidos de los mercados y entiendo que se va a ir buscando el equilibrio”, analiza Ferreccio.

Mandolesi hace foco en esperar a que se acomode el mercado y en trabajar la calidad: “Para mejorar la actualidad del mercado de trigo argentino es importante normalizar la comercialización y recuperar mercados perdidos mejorando la calidad del cereal producido, que se fue deteriorando en las últimas campañas”.

Las palabras dejan de manifiesto que el trigo argentino está recuperando el terreno perdido. Cierto, no a la velocidad que esperaban -los productores especialmente-, aunque tanto desde el Gobierno como los distintos actores relacionados esperan que el mercado se normalice dentro de tres a cuatro meses. Será tiempo de una evaluación profunda que responderá las preguntas que hoy desvelan al sector: ¿Se reducirá la brecha de precios? ¿Se acercará su valor al precio internacional? Tiempo al tiempo.

Que el país vuelva a ser un actor

A fin de año se dio a conocer que la Argentina concretó una venta de dos buques de trigo a Egipto. En total se exportarán unas 120.000 toneladas por parte de Dreyfus, con valores FOB de u$s174,88 y u$s176,90 por tonelada.

Negri citó el caso y advirtió que “el mercado se está acostumbrando a que la Argentina sea nuevamente un actor. En un momento de alta oferta como es la cosecha, la demanda está cautelosa”.

“Hoy para exportar seis millones de toneladas, si fuera todo de buena calidad lo absorbería Brasil, pero como no tenemos buena calidad, una mitad o un 40% habrá que colocarlo afuera”, sostuvo Ferreccio.

Por Agustín Monguillot, Semanario Infocampo